Este blog recoge todos los artículos publicados por Beatriz Lozano para Revista Sinfónica de Uruguay

mercoledì 13 ottobre 2010

Teatro alla Scala de Milán ¿Restauración o destrucción?

En la Plaza de la Scala, frente al monumento a Leonardo Da Vinci, en la ciudad de Milán, se encuentra uno de los teatros más célebres de Italia y del mundo, el “Teatro alla Scala”.
El teatro fue ideado por el arquitecto Giuseppe Piermarini entre los años 1766 y 1778. Los mayores compositores del siglo XVIII presentaron en esta sede sus más notables óperas: Norma de Vincenzo Bellini, Otello y Falstaff de Giuseppe Verdi, Gioconda de Amilcare Ponchielli, Mefistofele de Arrigo Boito y Turandot de Giacomo Puccini.
Un año atrás, del templo de la lírica, no quedaba nada más que el foyer y la sala (y lo puedo asegurar porque he visto imágenes tomadas desde un helicóptero).
Ya desde los primeros años Noventa se evaluaba la hipótesis de reestructurar el escenario de la Sede Histórica (como es llamado el teatro), de restaurar la Sala del Piermarini y de construir un nuevo teatro en una zona de la periferia posindustrial de Milán para albergar todos los eventos de la Scala durante el período de su restauración, de modo que el teatro no perdiera ni un día de programación . Este nuevo teatro en las afueras de Milán está actualmente en pleno funcionamiento. Se llama Teatro degli Arcimboldi y es una estructura moderna, técnicamente a la vanguardia, con una capacidad para 2.400 personas y un altísimo nivel de confort para los espectadores.
Luego de grandes polémicas que ponían en discusión el proyecto, discrepancias políticas y largos tiempos de espera, las obras dieron inicio en abril del 2002 y continuarán hasta el mes de octubre del 2004. Este plazo es muy dudoso porque excavando en profundidad encontraron los cimientos de una iglesia románica (Santa María alla Scala) sobre la cual fue construído el teatro, y esto llevaría a la creación de un sitio de obra de interés arqueológico.
El proyecto definitivo, aprobado por la Intendencia de Milán en marzo del 2001, preveía la demolición del escenario y la destrucción de todas las estructuras existentes desde el escenario hacia atrás (torre escénica, chácena, la “Piccola Scala” y las oficinas administrativas). Se trataba de sustituir completamente por otro el escenario original del Piermarini, silencioso, dúctil, famoso en el mundo, definido una obra de arte de ingeniería, y que gozó de un buen funcionamiento hasta el final gracias al aporte de ingeniería hidráulica que le había proyectado en 1937 el ingeniero Luigi Secchi.
Luego se pasaría a la construcción de un espacio escénico en forma de T de 1.600 metros cuadrados organizado en tres áreas: escenario, chácena y espacios laterales. Alrededor del escenario se colocarían las estructuras destinadas a vestuarios, camerinos y salas de ensayo.
El escenario nuevo será más alto del precedente de unos metros, será también más ancho y profundo (se necesitarán excavaciones en el subsuelo hasta de 28 metros de profundidad). Esto provocará un significativo cambio en la fachada original que Piermarini proyectó más de dos siglos atrás. Será dominada por dos nuevas edificaciones elevadas ideadas por el arquitecto Mario Botta: una elipsoidal, y un paralelepípedo de mármol rosado, de 40 metros que contendrá la torre escénica. La presencia monumental de estos dos nuevos volúmenes será imponente.

La Asociación “Amici di Milano” considera que más que una restauración, lo que se está haciendo es una reestructuración poco respetuosa de una construcción histórica. Ellos están plenamente convencidos que para el escenario alcanzarían pocas obras de actualización y modernización unido a un continuo mantenimiento de las mismas. Estas afirmaciones son compartidas por mucha gente, apasionados y fieles al teatro. Según ellos, con todas estas obras, la Intendencia y la Fundación del Teatro tienen como objetivo lograr una mayor productividad y eficacia de la empresa Scala con el aumento además del número de espectáculos en cartel. Pero no está demostrado que pueda ser así, en cambio obrando de esta manera alteran el monumento símbolo de Milán. Además si tienen como propósito aumentar los eventos artísticos ahora cuentan con el modernísimo y nuevo teatro Arcimboldi.

Los diarios y revistas musicales que he conservado desde los meses de abril a junio del 2002, hablan de un proyecto de “restauración” (aclaro, entre comillas) porque según la opinión pública se ha tratado de una verdadera demolición. Un diario musical titula un artículo que habla del comienzo de las obras como “demolición de la Scala”, la “Legambiente” italiana denuncia que la Intendencia de Milán y la Fundación de la Scala quieren “transfigurar el Teatro del Piermarini” y otros hablan de “reestructuración destructiva”. Otra gente, en cambio, ha unido fuerzas creando la Asociación “Salvemos la Scala”. A mi opinión estamos siendo engañados, hablan a la gente de restauración, en cambio siguen derrumbando y edificando estructuras nuevas.
La Agencia ANSA, el 15 de enero del 2003, publicó la denuncia de dos senadores italianos que notificaban la destrucción total del escenario y de todo lo que estaba atrás (documentada por imágenes tomadas desde un helicóptero) y el traslado nocturno a un basural de material del teatro, que luego reducían a escombros. Esta denuncia se agrava aún más si se piensa a la ley de la Intendencia de Bienes Arquitectónicos que establece que todo material del escenario y del foso, luego de ser desarmados, sería conservado con un fin museológico.

Visitando en el mes de agosto las obras de nuestro Teatro Solís en Montevideo, gran esfuerzo de nuestro Estado y de un grupo de grandes profesionales y trabajadores, me vino a la mente que a diferencia del nuestro, el Teatro italiano está siendo manipulado, se ha transformado en la víctima de muchos intereses económicos y del sector político y lo que es peor, está siendo transformado en otro teatro.

Beatriz Lozano para Revista Sinfónica de Uruguay. Año 2004

martedì 12 ottobre 2010

Memorias sobre el Maestro Juan Carlos Gebelin

Tuve la inmensa fortuna de haber conocido al cantante Juan Carlos Gebelin y de haber sido su alumna por un largo período.
Conservo relumbrosas memorias de sus clases. Sabemos todos acerca de la prestigiosa carrera que cumplió nuestro barítono a nivel internacional, pero sólo sus alumnos conocemos cómo fue su otro perfil, el del Maestro.
Mientras escribo estas líneas para rendir al Maestro mi humilde homenaje, desde lejos, me apremian las memorias, las vivencias de aquellos años de estudio y, su soberbia voz, me resuena briosa y pasional…Pasión por el canto, por la cultura musical, por la música francesa y su lengua, que supo trasmitir sin reservas, con un ánimo leal y generoso.
Aparte su gran solidez técnica y musical, fue el entusiasmo una de sus grandes virtudes al enseñar. Parecía un volcán sentado en la banqueta del viejo piano vertical mientras nos acompañaba las obras, exultante y alborozado saltaba al escuchar un bella frase, o una nota correctamente emitida, y nos premiaba con la exclamación, "bravo"!, regalándonos un semblante de felicidad tan gratificante que me quedará grabado, indeleble, para siempre!!




Tenemos muchas noticias de la prestigiosa carrera que cumplió nuestro gran barítono Juan Carlos Gebelin a nivel internacional, pero conocemos menos acerca de su años dedicados a la didáctica del canto.
A partir de los años 89, cuando Gebelin volvió a establecerse en Montevideo, empezaron a peregrinar por su apartamento de la calle Soriano, alumnos de canto que querían estudiar y perfeccionarse con este gran cantante (puedo decir que se había corrido la voz entre los aspirantes a cantantes de mi generación de que Gebelin daba lecciones).
El maestro poseía una magnífica voz de barítono, dueño de una técnica impecable y hombre de gran cultura musical. Durante su intensa trayectoria cantó Lieder, Ópera, Oratorio, demostrando así que un gran artista, con sólida formación técnica y buenos conocimientos estilísticos podía afrontar cualquier repertorio con un resultado óptimo, también respaldado por el buen dominio que poseía del italiano y del idioma francés. Estos conocimientos idiomáticos y de fonética constituían un notable bagaje cultural que él brindaba a sus alumnos.
Antes de empezar a estudiar con Gebelin había oído comentarios en el ambiente musical acerca del carácter indomable y difícil que lo caracterizaba. Me encontré en cambio ante otra realidad: si bien era un torbellino, una vorágine, que decía lo que pensaba y sentía con esa gran voz que resonaba estallante, era en su esencia una persona afectuosa y que sabía escuchar al alumno. En mis dos años de estudios constantes, recibí del maestro la imágen de un artista paciente y generoso con sus discípulos. Diría que con una rigidéz afectuosa y con gran dedicación él construía con paciencia la gama vocal. Trabajaba con conciencia de las voces y con entusiasmo, y es justamente "entusiasmo" la característica que quiero destacar en la personalidad y en el ánimo de Gebelin. Las clases lo entusiasmaban realmente y sentía verdadero placer al enseñar, trasmitiendo al alumno su pasión por el canto. Parecía un volcán sentado en la banqueta del viejo piano vertical mientras nos acompañaba las obras, exultante y alborozado saltaba al escuchar un bella frase o una nota correctamente emitida y nos premiaba con la exclamación "bravo".
Gebelin nos preparaba los distintos géneros, ópera y música de cámara. Nunca nos limitó en este sentido, como lamentablemente tendría que reclamarle al Conservatorio italiano. Le gustaba mucho el repertorio francés: una de sus óperas preferidas era "Romeo et Giuliette" de Gounod, que él interpretó varias veces. También brindaba la oportunidad de hacer conciertos en distintas instituciones para foguear al jóven cantante y darle la oportunidad de presentarse ante un público: recuerdo las tardes musicales de la Asociación "Guarda e Passa", que él presidía por aquello años, con el acompañamiento al piano de Gioconda Parodi.
En mi caso, siempre me apoyó con respecto a mis viajes y a los estudios musicales que había comenzado a realizar fuera del país. Aún más, él mismo escribió a algunos de sus colegas y amigos en Europa para que me orientaran en mis estudios y me alentaba a conocer otras realidades musicales. Conservo con mucho cariño estas memorias, copias de esas cartas que él escribió para mi, así como grabaciones de sus clases.

Beatriz Lozano para Revista Sinfónica. Uruguay, año 2004


El pasado12 de febrero en Roma, en la sala conciertos del Palazzo Santacroce del Instituto Italo Latino Americano, la soprano Beatriz Lozano y el pianista Hugo Aisemberg dedicaron al barítono Juan Carlos Gebelin el Recital en programa. Asistieron al concierto, además de numeroso público, varios representantes de nuestra embajada en Italia, entre ellos la Agregada Cultural Dra. Sylvia Irrazabal. Presente además la viuda de Astor Piazzolla, Laura Escalada.